Extracto - Excursión con el Cartel del limón - Capítulo 7

 


...

— “Las cosas están empeorando”.

Dejó a un lado el cucharón y volvió a sentarse para lustrar el filo de su navaja.

— “Yo...Y ese niño también...”.

Los recuerdos de hace dos días llegaron a su mente. Al principio le había costado un poco recordar porque su mente se volvió confusa poco después de quedarse solo con Bud, pero cuando por fin había vuelto a sus sentidos... Definitivamente recordaría todo, demasiado bien para su gusto...

<<

Lo primero que llegó a sus, ahora lúcidos, ojos fue la cara sonrojada del Rey Mercenario, respirando con dificultad a pocos centímetros de su rostro; tenía los ojos cerrados y el sudor empapaba su frente, cayendo hasta el cuello de su camisa indecentemente desordenada. La mirada del asesino fue descendiendo hasta que sus pupilas temblaron, llenas de conmoción.

Sus piernas estaban bajo las del mercenario, por esa razón estaba tan cerca que podía sentir aquella respiración tenue chocando con sus mejillas; pero, el mayor problema era que sus manos sostenían no solo el miembro desnudo de Bud, quién parecía haber perdido el conocimiento en algún punto, sino también su propio pene, ambos manchados de una sustancia blanquecina.

—Tsk — Se apartó suavemente, ignorando a propósito la sensación del aún erecto miembro contrario frotándose con el suyo.

— “Perdí el control”.

Su cuerpo se había enfriado y en sus ojos había una mirada caótica, instantáneamente abrió su bolsillo para encontrar un pañuelo o algo para limpiarse. Al final tomó una botella de agua, un paño y unos pantalones nuevos.

—Haa, haa, haaa...

Luego de cambiarse y calmarse un poco para poder ver la situación con objetividad, desvió sus pupilas hacia el desastroso Bud Illis, examinando el vestigio del delito; levantó con cautela la camisa negra, develando el pecho subía y bajaba con rapidez. La piel ligeramente tostada del maestro de la espada estaba roja en varios lugares, no tuvo que pensar mucho en quién había sido el culpable. Antes de detallar más a su pobre víctima, que parecía estar al borde de un colapso pulmonar, se arrodilló a su lado y después de cubrirlo con una manta tomó la soga, luego lo amarró al árbol con destreza.

— “Con cada intercambio el poder del artefacto se vuelve más fuerte, si es un maestro de la espada las cosas van a ser más difíciles, muy seguramente”.

Tras asegurarse de que por lo menos limitaría sus movimientos, tomó el frasco café que había dejado a un lado, para ponerlo en la boca jadeante del hombre de cabello azul, luego lo forzó a tragar y detrás le dio un poco de agua. Posteriormente, guardó lo que quedó en su bolsillo... O eso trató...

La reacción había sido tan repentina que ni siquiera sus desarrollados sentidos de asesino lograron advertirlo a tiempo. El frasco vacío rodó por el suelo y la botella terminó en algún lugar lejos de su cuerpo.

— “Definitivamente me estoy volviendo viejo”.

De un golpe fue atrapado entre los brazos fornidos del Rey Mercenario, las sogas se habían rasgado como papel al enfrentarse a un simple roce del aura azul y ahora colgaban inútiles en el cuerpo del maestro de la espada.

—Kehehehehe, así lo quería ver, Ron-nim; el cazador, cazado.

Los irises verduzcos del mercenario se veían nublados, Ron lo vio lamer sus labios con lo que parecía ser lujuria, pero su mayor problema comenzó cuando el Rey Mercenario juntó su entrepierna desnuda con la suya por encima de su nuevo pantalón. Seguidamente, el aliento acalorado del atacante rozó el oído del mayor Molan.

—¿Esto no era lo que quería, Ron-nim?

Una risa peligrosa escapó de los labios de Bud, a la par que afianzaba el agarre en su diestra, aprisionando las muñecas del asesino cazado, tomó uno de los trozos de soga; casi inmediatamente una daga voló hacia el costado derecho de su abdomen, aprovechando la apertura que quedó expuesta al levantar su brazo para atrapar la soga que rodeaba su abdomen. El filo chocó con una barrera formada de aura y la mirada verde se volvió más aguda, a la par que su diestra atrapaba de nueva cuenta aquella peligrosa zurda que pensaba amenazarlo.

—¿Huh?, supongo que a esto se refería con los conejos que luchan hasta el final, ¿verdad, Ron-nim?

La mirada ácida y los ojos enloquecidos fueron una imagen demasiado peligrosa para Ron, quien en silencio ideaba todas las formas posibles de derrotar a este maestro de la espada que se había vuelto loco. Los ojos miel del sirviente de Cale se entrecerraron ante la llegada de un furtivo pensamiento.

— “Un conejo en celo...”.

Con movimientos invisibles para casi cualquier otro humano, Bud ató con rudeza las muñecas del peligroso asesino; esta vez Ron trató de alejarse dando una patada en la zona débil de Bud, que ahora estaba, una vez más, completamente expuesta en toda su extensión, gracias a la manta que había volado lejos de ambos. Una risa burlona lo recibió, entre tanto, su pierna había sido atrapada.

Sin embargo, Ron-nim aún no se rindió y trató de dar un golpe en su cabeza, a lo que esta vez la diestra del Mercenario atrapó sus manos atadas y las devolvió a su lugar en el suelo, por encima de su cabeza. A posteriori, la zurda del maestro de la espada arrastró el muslo de la pierna que sostenía entre sus dedos, haciendo que su entrepierna rozara la de Ron, como queriendo ignorar la presencia de la ropa que se interponía entre los dos.

—Ugh... Haaa —Aquella pequeña fricción plantó una sonrisa aún más grande y peligrosa en el Rey oriental, haciéndolo apretar los dientes embriagado en abstinencia. — Kehehe, Ron-nim, parece que aún no se ha dado cuenta de su situación.

Las manos del hombre se movieron con gracia y rapidez, entonces, para cuando volvió a mirar, sus manos estaban fuertemente atadas al árbol a su espalda y el Rey Mercenario lo miraba con ojos retadores y juguetones.

—Primero le voy a devolver lo que me hizo, ¿qué le parece, Ron-nim? — Le dijo Bud al oído, Ron permaneció indiferente a pesar de que su cabeza trabajaba a gran velocidad. La barbilla del asesino fue tomaba con cierta brusquedad y los labios ajenos se acercaron a los suyos.

—Ni siquiera trate de morderme, Ron-nim, o haré que las cosas sean más difíciles para usted. — Tras esa sutil advertencia los irises verdes chocaron contra los castaños en una pequeña batalla, para luego desviarse hacia los labios que estaban casi pegados a los suyos; así entonces, Bud dio un suave beso al asesino. Se alejó riéndose entre dientes.

—Ahora falta algo más— Ágilmente los dedos de Bud apartaron la camisa negra de Ron, develando la bien marcada figura del asesino, cuya piel estaba llena de heridas antiguas. Tal fue la brusquedad que cruzó por la cabeza de Ron el fugaz pensamiento de que, si hubiera llevado su habitual camisa de botones, la hubiera destrozado hasta hacerla girones.

—Woah, verdaderamente, Ron-nim, no… El patriarca Molan es definitivamente un asesino, jajaja. — La risa de Bud sonaba burlona, mientras acariciaba con gula los músculos aún bien formados y estilizados de Ron, replicando parte de lo que el Molan había hecho antes con él. —Estaba escondiendo todas estas cosas buenas....

El gesto de Ron se arrugó.

— “¿Debería llamar a Beacrox?”.

Si su hijo estuviera allí, por lo menos podrían distraer a ese maestro de la espada para noquearlo de alguna manera, pero ahora que él era el que estaba su merced, quizá no sería tan buena idea que su hijo apareciera.

— “No creo que sea sano que me vea así...”.— Mientras sospesaba sus opciones, escuchando la pequeña risa malvada de Bud, miró a sus alrededores con disimulo para tratar de hallar una salida. — “Además, No creo que estemos tan cerca del campamento, parece que nos movimos a algún lado”.

—Ron-nim~— La voz de Bud sonaba melodiosa pero aquel gesto lascivo que le estaba dedicando al asesino creaba una mezcla tan peligrosa como los cocteles Molotov del mundo de Rok Soo; el rey tomó con fuerza los muslos de Ron y provocó un roce de su entrepierna aún erecta con la contraria, que permanecía aún bajo la ropa.

—Agg, haa... Jeje, Ron-nim, esto se siente muy bien. — Algunos pocos mechones desorganizados caían sobre el rostro salvaje del mercenario. Su coleta baja se había desamarrado un poco, dejándolos balancearse al ritmo que adoptaron sus caderas.

—Tsk.

—Jaja, me gusta la cara que está haciendo, Ron-nim...Haa, haa...

Los ojos de Ron se habían vuelto gélidos y entre sus cejas una pequeña arruga hizo acto de presencia, a juego con su boca torcida en disgusto.

—Jajaja, esto sí que es bueno, Ron-nim, parece que también le gusta...—La pequeña risa burlona de Bud sonaba baja, al igual que su voz entrecortada por los jadeos. Los ojos del maestro de la espada se clavaron en la ligera erección que ahora llenaba los pantalones del patriarca y luego sus manos los siguieron; un pequeño gruñido amenazante le respondió desde más arriba.

—No haga algo de lo que se arrepienta, Rey Mercenario.

El Rey Mercenario acercó su rostro nuevamente al que lo miraba con ojos viciosos.

—Ahora mismo usted, Ron-nim, es solo una víctima. — Ofreciéndole una sonrisa malévola, Bud acercó su boca al oído del patriarca de la casa Molan. —Hace un rato se estaba divirtiendo mucho, ¿cierto?, qué tal si ahora disfrutamos los dos.

— “Este estúpido, niño. Realmente quiere dejar este mundo”.

Los largos dedos y callosos del hombre de anchos hombros y músculos gruesos se metieron en el pantalón del asesino. Buscaron su miembro ansiosamente, atrapándolo entre ellos deliciosamente.  

—También tenía mucho que ofrecer, por aquí, ¿eh?

Bud comenzó a masturbarlo con tortuosos movimientos lentos, disfrutando del gesto profundamente enfurecido de Ron que intentaba luchar con el placer.

—Tsk.

—No mienta, Ron-nim. Dígame: ¿Se siente bien?

Por supuesto, Bud no esperaba respuesta, no se sorprendería si en cualquier momento fuera escupido en la cara. Con su mano libre, Bud rodeó la barbilla del peligroso asesino y le habló cercanamente al oído; su voz sonaba oscura y baja, a diferencia de su tono jovial usual.

—Se siente asombroso que ponga mis manos en esta parte, ¿no? Por favor, olvídese del pudor. — Lamió la mejilla de Ron sin ningún pudor y posteriormente fue hacia su cuello, dejándole allí un pequeño beso. — Pensar que podría verlo gimiendo debajo de mí. ¿No es divertido?

Ron tragó saliva y apretó los dientes. El sonrojo cubría las mejillas del ex asesino, quien se negó a proferir algún sonido, era suficiente escuchando los chapoteos obscenos en su entrepierna, estando en medio del bosque silencioso.

El Rey Mercenario volvió a dedicarle una peligrosa sonrisa, pero se reservó sus pensamientos. Juntó ambos miembros excitados y continuó con el ligero vaivén de sus caderas. Pronto sus dedos estuvieron cubiertos de líquido preseminal y su ritmo continuó volviéndose cada vez más fuerte y rápido.

—Ah, Ron-nim, ah, ah.

—Ugh, haa.

Los jadeos de ambos resonaron en el ambiente hasta que luego de varias estocadas más, Ron se viniera. Ante esto, una pequeña risa gutural salió de la garganta del Rey Mercenario, antes de que este continuara masturbando su propio miembro, escaneando la escena que se desarrollaba ante él, aquel asesino de fríos ojos negros ahora estaba manchado de su propio semen, atado y sin escapatoria. Este efímero pensamiento hizo que Bud se viniera también, terminando de manchar el abdomen del asesino Molan.

—Jjaja, eso fue divertido... Haa, haa, Ron-nim — Aun jadeando por el éxtasis, Bud se acercó de nueva cuenta al oído de Ron. —¿Sabe, Ron-nim?, conozco muchas formas de divertirnos… — Como una insinuación de sus descarados planes, las manos de Bud fueron más allá de las caderas de Ron y apretaron sus glúteos, luego preguntó. —¿No se sintió como si me lo hubiera cogido, Ron-nim? ¿Quiere saber cómo sería si me lo cojo como a una chica?

Un feroz puñetazo casi voló en pedazos la nariz del Mercenario, quién no pudo escapar de la golpiza que aquel viejo patriarca le dio. Uno tras otro los golpes cayeron sin piedad en no solo el rostro, sino también en el abdomen de Bud, a quién no le dieron tiempo ni de respirar y luego de unos minutos de la descarga indiscriminada de ira, vino la calma.

—¿R-Ron-nim?

Una daga con el sello Molan se clavó a menos de un centímetro de su cabeza, haciéndole un profundo corte en la mejilla izquierda y luego, el zapato de Ron se clavó en su garganta.

—Espero que se haya divertido mucho, Bud-nim...— El anciano sacó su bolsillo espacial y metió la mano, sacando diez frascos de pociones curativas, tirándolas con indiferencia en el suelo. Luego de esto se agachó y tomó los cabellos azules entre sus dedos con fuerza, como queriendo arrancarlos. — Porque es mi momento de divertirme...

Los ojos que acompañaban aquella sonrisa benigna y a la vez cruel estaban desprovistos de cualquier emoción, eran los ojos de un despiadado asesino experimentado. Los gritos desesperados del Rey Mercenario, Bud Illis, se escucharon por todo el bosque, pero para Beacrox, quien preparaba la comida, fueron casi como música de ambiente.

...




¡Deja tu reacción, por favor, te lo agradecería mucho!

Comentarios