Alberu miró su
reflejo en el espejo, allí en donde quedaban las marcas amoratadas pero leves
de las despiadadas mordidas, se untó una poción de alto grado… ¿Pero cómo
podría alcanzar adecuadamente el montón de mordidas en toda su espalda?
—Tsk. — Masajeó
su entrecejo. Ese hermanito suyo siempre estaba metiéndolo en todo tipo de
problemas.
Suspiró
largamente, intentando dar algún orden a sus pensamientos.
¿Cómo podría
mirar a los ojos a su hermano jurado?
También habló de
más y dijo un par de cosas comprometedoras. Si bien era verdad que favorecía a
su hermano jurado; el contexto, la situación, lo dicho, todo estaba terriblemente
mal.
Se puso la ropa
con desdén y salió a afrontar sus demonios; después de todo, darle largas solo
agregaría más nerviosismo al asunto.
—Gracias. —
Beacrox llevaba un carrito con algo de té, mientras Cale tomaba de su taza,
sentado en la sala de su habitación.
—Su alteza.
—Estás aquí. —
Devolvió el saludo del chef y se sentó del otro lado, frente a Cale.
Alberu suspiró
internamente, aquella no parecía su habitación en el catillo imperial, sino un
anexo de la casa de su hermano; incluso Beacrox entraba allí sin su
autorización directa (aunque francamente no podía importarle menos, tampoco es
que no tuviera otras cosas en qué preocuparse). Viéndo a Cale así, tomando té
con tanta calma, se sintió estúpido; al parecer era el único con la cabeza hecha
un caos.
Beacrox no perdió tiempo, en un vistazo ya había puesto una taza frente al príncipe. Pese a que dejaron a Cale bajo cuidado del príncipe de Roan, todavía enviaron a alguien para echar un vistazo. Por su parte, Alberu había enviado a descansar a todos sus guardias, quedándose a solas con Cale en su habitación.
—Té de tilo, para
los nervios—, explicó Cale.
—Gracias…
—“De verdad lo
necesito”. — Tal vez debería tomar una dosis más fuerte de medicamento para
dormir hoy; de hecho, si la tomaba ahora tal vez podría escapar. Se cubrió los
labios y desvió la mirada.
—“¿Escapar? ¿De
qué? ¿Qué se supone que pasará?”. — Tomó un sorbo más de té mientras se
reprochaba a sí mismo por aquella expectación. Ni siquiera se dio cuenta de
cuándo se lo tomó, pero pronto las tazas estaban vacías y Beacrox salió con una
breve despedida. Por un momento el príncipe pensó en alguna forma de retenerlo,
pero al final no había más que su cruento destino.
—Pensé que harías
algo para evitar quedarnos solos.
Los irises azules
del príncipe chocaron con los contrarios. Justamente lo que acabó de pensar
salió de la boca de su hermano jurado.
—¡Já! — De alguna
manera, se sentía más tranquilo al pensar en el vínculo que los unía al punto
de saber lo que pensaba la otra persona.
—“Ojalá pudiera
saber lo que estás pensando en este momento”.
—Podrías…
Cuando giró la
mirada en su dirección pudo ver el tenue sonrojo en el rostro de Cale, quien
desvió la mirada.
—… Podías haber
pedido una soga.
Alberu frunció
las cejas, sorprendido por lo que había escuchado; sin embargo, no tuvo tiempo
de pensar en una respuesta. El joven maestro se levantó fingiendo ignorancia y
se dirigió rápidamente al baño.
—Tomaré una
ducha. —Cerró la puerta dejando estas palabras en el aire.
El príncipe
cubrió su boca y suspiró buscando traer calma a su corazón acelerado.
Si Cale estaba
sonrojado, él parecía a punto de explotar.
Al salir, el
pelirrojo se encontró con una única luz en la mesa de noche junto a la cama; el
príncipe Roan tenía sus lentes puestos y ojeaba un libro con atención. Parecía
no estar consciente de su salida del baño.
Siguiéndole la
corriente, Cale se acercó al lado contrario de la cama mientras frotaba su
cabello con una toalla. En eso, Alberu tomó la copa que estaba a su lado,
cambiándola por el libro.
—¿Quieres un poco
de vino? —, le ofreció antes de darle un sorbo, mientras retiraba sus lentes.
—… Por supuesto. —
Normalmente no lo consumía porque ponía nerviosas a las personas a su
alrededor, excepto en una ocasión especial. Tomó asiento en la cama, exhalando
un suspiro.
El príncipe dejó
de lado su copa y fue hacia el espacio en su librero en donde tenía la cafetera
mágica, junto había algunas vajillas. Alcanzó una nueva copa, llenándola con
vino hasta casi la mitad.
—No sabía que su
alteza tenía este hábito.
—Jmm, la verdad
es que no. — Tras tenderle la copa, tomó la suya propia y se sentó en el lado
derecho de la cama. Sacudió con cuidado la copa, ayudando a girar el líquido
rojizo que aún quedaba dentro de ella. — Solo pensé que necesitaría algo
diferente a somníferos esta vez.
—Debería
dejarlos. — El vino no estaba tan fuerte, de hecho era dulce, con fragante
olor.
—Jaja… Tienes
razón, ya los había dejado.— Pero con qué fuerzas podría simplemente dedicarse
tranquilamente a bañarse con esencias y ponerse una mascarilla con velas
aromáticas en su habitación, cuando tenía el problema allí que lo molestaba,
invadiendo su lecho. Totalmente inútil.
—Ya veo. — Tras
inspirar profundamente, Cale se empinó de la copa y la bebió de un solo trago,
luego la dejó sobre la mesita de noche a su lado de la cama, bajo la mirada
sorprendida del príncipe. Luego dirigió sus ojos a los contrarios.
—Deberíamos
apresurarnos, su alteza. — A la par de sus palabras comenzó a gatear hacia él.
Alberu casi se
atraganta con la bebida, dejándola a un lado se secó los labios.
—E-espera.
—Si seguimos
esperando podría empeorar la situación. — El pelirrojo estaba ya a unos
centímetros de él acorralándolo contra el lujoso espaldar de aquella preciosa
cama. Podía ver el sutil brillo rojizo y sobrenatural en sus ojos tranquilos;
fue allí que se dio cuenta de cuánto estaba conteniéndose. Como siempre, su
hermano nunca decía nada hasta que todo explotaba.
—Ehh, sí. — De
todos modos era inútil seguirlo postergando. Se acarició la frente tratando de
recomponerse y suspiró largamente. —Bien hagámoslo.
Develó su cuello,
subiendo el mentón y jalando su camisa para dejar ver parte de sus clavículas.
Sonrojado a más no poder, desvió la mirada; pero luego recordó lo de la noche
anterior y volvió a echar un vistazo a Cale, topándose con aquellos ojos
rojizos mirándolo fijamente.
—Cale…
—Seré cuidadoso. —
Lentamente el héroe de Roan acortó la distancia y encontró el lugar perfecto
para rozar sus labios con la piel ajena. Esta vez, quizá a poder haberlo hecho
ya una vez, mordió su clavícula certeramente.
—Ugh. — Por otro lado, la sensación siguió
siendo igual de perturbadora. No dolió tanto como la primera vez, además, Cale
cumplió su palabra y succionó con extrema calma; por lo que Alberu no se sintió
tan mareado como otras veces, pudiendo soportarlo hasta el final.
—Ahhh. —
Cuando el pelirrojo se separó, también se sentía algo aturdido. A él mismo
también le resultaba extraño el poder simplemente tomar la sangre de su hermano
mayor sin problemas, como si fuera tan natural como respirar.
·
¡Cale, déjate llevar!
·
No, mejor toma las cosas con calma. Debes tener
cuidado.
Mientras, en su cabeza había dualidad, por un lado el Fuego
de la Destrucción lo animaba a dejarse llevar por estos extraños instintos que
lo invadía; pero Super Rock pensaba totalmente distinto, apoyando a su lado
racional.
—“De todas
maneras, creo que es suficiente”. — El hambre que provenía de esta enfermedad
era similar al hambre normal. La única diferencia recaía en que sentía este
extraño deseo subiendo por su estómago cada vez que encontraba una presa que le
gustara. En este caso, Alberu.
Se acarició el
cabello y secó sus labios. No se sentía suficiente como para estar lleno, pero
sí arreglaba mucho.
—Hyung, creo que
es todo.
—Haa… ¿Seguro?
Creo que todavía puedo soportar un poco más.
Entonces, algo se
rompió dentro de Cale.
Ver el rostro
jadeante, junto a esos vidriosos irises azules de su hermano jurado, mientras
seguía en esa tentadora posición, totalmente frágil y dócil ante él.
Aunque lucía algo
aturdido, su tez pálida estaba totalmente sonrojada.
—Cale…
Sostuvo la
barbilla del príncipe, había en sus ojos una clara advertencia; sin embargo, él
siguió acercándose. Chocó sus frentes, sintiendo el choque de sus alientos
entrelazados entre sus bocas. Un extraño magnetismo entre ellos no los dejó
alejarse hasta que sus labios se tocaron, encajaban como las piezas de un
rompecabezas.
Solo basta una
pequeña chispa para encender una llama.
Ninguno de los
dos tenía la menor idea acerca de ello y fueron torpes en un inicio, pero
después el ritmo entre ellos se volvió más fácil de llevar.
—Haa…— Alberu
tomó su rostro y lo alejó, buscando reponer el aire del que se vieron
desprovistos sus pulmones. — Mierda, no puedo creer que lo hayas hecho.
—Jé. — Supo que
estaba en problemas cuando una pícara sonrisa tomó lugar en el rostro de Cale.
—Tsk.
—Su alteza,
¿tienes miedo?
Alberu se
acarició el cabello y sonrió.
—¿Crees que no
puedo golpearte?
Tras mirarlo por unos segundos, Cale alcanzó
las caderas contrarias y las juntó con las suyas, acorralando al príncipe sin
problemas.
—Tiene razón. En
ese caso debería hacer que no pueda hacerlo.
—“Loco”. — Los
vellos en la nuca de Alberu se erizaron, nunca había pensado que Cale podría
decir esas palabras.
—Pero sabe…
Recordé algo. — Acercándose a su oído susurró: — Si me deja hacer todo esto es
porque está de acuerdo, ¿verdad, su alteza?
—“Sabía que eso
vendría a morderme el culo luego”. — Solo no esperaba que fuera tan pronto.
Pero Cale se
arriesgó aún más.
—También dijo que
podría aguantar…— Fue hacia el cuello del príncipe y lamió su herida con
cuidado, haciendo que el otro se estremeciera.
—Me estaba
refiriendo a que podías morderme de nuevo. — Tosió brevemente para disimular su
vergüenza. — Pero solo si era necesario, ahora veo que no lo es.
—Ya veo. — Cale
observó la apariencia de Alberu, su postura estaba abierta, no parecía
coincidir con sus palabras.
Las piernas del
vampiro estaban bajo las contrarias y entre sus cuerpos había apenas algunos
centímetros.
Una sonrisa elevó
las comisuras de sus labios.
—Entonces qué tal
otra cosa.
—¿A qué…?
Uno por uno,
comenzó a deshacer los botones de su camisa, develando su pecho levemente
marcado. Alberu sintió que su respiración se cortaba, mientras observaba
inmóvil como quedaba semi desnudo.
Al terminar, las
miradas de ambos chocaron.
—… ¿Qué es lo que
quieres?
—Hmm. — El
vampiro atrapó sus labios nuevamente en un profundo beso. En vez del beso
tímido que empezó siendo el anterior, este estaba lleno de pasión desde el
principio. Sus lenguas chocaron un par de veces, Alberu incluso pudo sentir lo
colmillos ajenos rozando delicadamente sus labios.
Pararon un par de
veces a recuperar el aliento, pero la situación entre su boca con la suya se
prolongó hasta que Cale sintió que sus manos se aburrían y las llevó a pasear
un rato por el pecho desnudo de Alberu. Delineando la musculatura marcada pero
esbelta del príncipe de Roan.
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