—Tsk. — Tomándolo
por los hombros, el príncipe lo alejó. — Basta.
Sin embargo,
seguían tan cerca el uno del otro que podía sentir el calor ajeno fusionándose
con el suyo. Aun así Alberu se sintió perdido. ¿Qué demonios estaba haciendo?
Pudiera ser que Cale no estuviera en sus cabales pero por qué él respondía tan
suavemente a sus toques perversos.
Quizá era algún
tipo de poder asociado a esos irises rojizos que lo hacía perder el hilo de sus
pensamientos.
Aprovechando su
silencio, Cale tomó sus muñecas y se le acercó de nuevo para besarlo. Por
suerte esta vez logró esquivarlo; sin embargo, el vampiro no se rindió allí,
sosteniendo sus muñecas con una sola mano alcanzó su barbilla y forzó su boca.
No fue a propósito, pero terminó lastimando su labio.
—Hmm…— La sangre
manó fácilmente, creando una línea recta hacia su clavícula. Al verlo, Cale se
relamió los labios y luego acercó su lengua, lamió largamente desde el final de
su cuello hacia arriba, con un deseo oculto más allá de la propia hambre.
Alcanzó de nuevo
sus labios, embelesado por los pequeños jadeos de príncipe, quien se estremeció
mientras cerraba los ojos. Estaban tan cerca que al inclinarse no pudo evitar
notar la protuberancia en el pantalón contrario. Mientras le daba una breve
tregua a la boca ajena, sus irises rojizos viajaron hacia esa parte; su diestra
también se acercó a la zona y comenzó a masajearlo.
—Ugh…
Alberu apretó la
mandíbula, conteniendo la respiración, podía sentir los satisfactorios
corrientazos provenir de sus partes bajas; sumado al calor de ambos en la
oscuridad apenas sesgada por la tenue luz de los candiles, era una escena que
lo guiaba a dejarse llevar.
Intentó apretar
las manos y escapar del fuerte agarre contrario, mas no pudo. En menos de nada,
su miembro estaba siendo atacado.
—Tsk. Suéltame...
— La estimulación era lenta y tortuosa, dejándolo saborear todo el delicioso
roce.
Cale se lanzó a
su garganta y jugueteó con sus dientes alrededor. La leves mordidas recorrieron
su mandíbula, bajando hacia su hombro todo lo que le dejaba aquel pijama de
lino. Mientras tanto, su diestra estaba muy ocupada, deslizando su pulgar por
la punta de aquella sensible zona.
—Mmm…— El
príncipe apretó su mandíbula y contuvo la respiración, su boca se sentía
húmeda, pero aun así le fue difícil tragar. Era su hermano jurado y ni siquiera
estaba en sus cabales, pero en vez de sentir que estaba haciendo algo malo, la
voz de su consciencia había perdido la batalla hace mucho.
El ritmo comenzó
a crecer conforme su excitación se elevaba, llevándolo a la locura.
—Tienes que…—
Suspiró profundamente, con la respiración entrecortada. — Detenerte…
Tan solo poner
esta frase en sus labios le había costado. No podía pensar.
—¿Detenerme? —
Cale volvió a besar sus labios con una pequeña risita. — Si me detengo aquí,
qué cambiaría.
Tocó sutilmente
la punta, haciendo que Alberu chasqueara la lengua y desviara su rostro, en un
brusco movimiento.
—Esto está muy
mojado. — Sin darle tregua, masajeó con suavidad, dejando que el líquido
preseminal se difundiera correctamente por toda el área. — Se ve delicioso.
Entonces,
mientras él se estremecía, intentando poner algún tipo de orden en sus
pensamientos, Cale aprovechó el momento y se dirigió sin miramientos a su entrepierna.
La engulló con cuidado, haciendo que fuera demasiado tarde cuando Alberu logró
reaccionar.
—¡¿Qué haces?! —Alcanzó
su cabeza, tratando de sostenerlo, pero sus manos eran demasiado torpes.
Mirándolo fijamente con esos irises rojizos, el pelirrojo bajó la cabeza,
sumergiéndose de lleno entre sus piernas.
—¡Ha! — Un
escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. La boca contraria era caliente,
acobijaba con gran maestría la extensión de su pene; sin embargo, tampoco
podría compararlo con algo más, esta era la primera vez en la que Alberu
recibía un trato como este.
Su cabeza se
quedó en blanco mientras jadeaba, derritiéndose en la sensación mojada que
inundaba su cuerpo. Era tan abrumador , podría considerarlo tortuoso; sus
pensamientos estaban totalmente diluidos, mientras era torturado por los
eróticos sonidos. Decidió cerrar los ojos, cada vez que se encontraba con ese
rostro y esos irises rojos, sentía que su alma estaba siendo adiestrada por un
demonio.
Mientras era
atacado tan diligentemente no pudo aguantar mucho tiempo más.
—¡!—Irguió la
cabeza hacia atrás y aguantó su voz lo mejor que pudo, conteniendo la
respiración. Eyaculó en la boca contraria con una presión digna de un joven
veinteañero como él.
Aún siendo
víctima del sopor de la excitación. Suspiró profundamente e intentó volver a
sus cabales. Tras aguardar un poco a que sus pensamientos volvieran a surgir,
bajó la mirada.
Se encontró con
un boquiabierto Cale, quien también parecía haber regresado a sus cabales. Tanto su boca como su cara y su cabello estaban
manchados por su esperma.
Continuará...
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