¿¡Transmigré en mi personaje Favorito?!
Capítulo 1- Sueño con ángeles
Abrió los
ojos lentamente, aturdido todavía por la satisfactoria noche de sueño. Todo su
cuerpo se sentía liviano y su cabeza despejada. Hacía mucho tiempo que no
dormía tan bien debido al persistente insomnio que lo perseguía; así solía ser
cuando se acercaba la fecha de entregas en su trabajo.
—Hmm…— Además, su cama se sentía especialmente cómoda porque
el día anterior lavó todo lo que era posible lavar en su casa y ahora relucía
como la vajilla mejor cuidada de su madre. Inspiró profundamente y disfrutó del
olor de las sábanas.
—“Ahh, compre un detergente que huele distinto”. — Ni
siquiera supo por qué se dio cuenta de tan pequeño detalle, pero allí estaba. —“El
trabajo me está volviendo obsesivo”.
Solo de pensar en ello su ánimo empezó a decaer. Aparecieron
en su mente una por una las cosas que necesitaba hacer. Levantarse; bañarse;
lavarse los dientes; vestirse; arreglarse el cabello; preparar el desayuno; revisar
que el pájaro de la vecina de al lado no hubiera hecho popó sobre sus plantas,
o que el gato del vecino de arriba no hubiera decidido volver a usar la matera
que dejó ayer en la noche con nuevos brotes de margaritas.
—“¡Mierda! ¡Dejé la maldita maceta afuera otra vez!”.
—Mmmm…—, gimió con tortuoso disgusto y abrió los ojos,
perdiendo la mirada en sus sábanas nuevas.
Después de revisar todo eso y quejarse con el vecino
correspondiente; aún tenía que volver abajo, comer algo y ponerse su reloj
antes de correr enloquecido al lugar de reunión en donde discutiría el storyboard
de su historia con su editor. “Reencarné como el esclavo de mi marido bestia”,
un nombre bonito para una historia de fantasía con mucho amor gay varonil,
sadismo, intriga, traición e incluso comedia.
—“Ahh, cuando empecé creí que sería todo flores y colores.
¿Por qué demonios escribir es tan malditamente difícil?”. — La escritura era
solo su hobby. ¿Qué debía decir sobre su ajetreado trabajo de oficinista al que
debía ir una vez terminara con la reunión?
—¡Agh! ¡Voy a volverme loco! ¡Ni siquiera puedo abrir los
ojos con energía para un nuevo día! ¡Han pasado dos segundos y ya estoy
drenado! — Luchó contra sus sábanas irritado e impotente; sabiendo que aun
haciendo un berrinche en la soledad de su casa, resultaría con ponerse los
pantalones y actuar como un adulto confiable.
—… ¿Estás bien?
Inspiró aire con fuerza, su cuerpo entero tembló.
¿Escuchó una voz en su apartamento de soltero?
Sus sentidos disparados por la inexplicable experiencia,
señalaron de inmediato la presencia de algún ser vigilando su espalda,
llenándolo de una sensación ominosa. No se volteó pues no estaba preparado para
tener el primer infarto de su vida; en cambio, se mantuvo congelado en su sitio.
—¿Cariño?
El toque suave de una mano ajena sobre su hombro hizo que
toda su sangre bajara hacia sus pies. Estaba desmayándose, quería desmayarse.
Ni siquiera tenía un animal, como sus vecinos, al cual pudiera atribuirle el
sonido. Tragó saliva.
—“¿Y cómo demonios, podría asociarle a un perro el sonido de
una voz humana?”. — En su mente figuró un espeluznante perro que hablaba y se
ponía en dos patas para caminar. —“Si sobrevivo a esto iré a bañarme de
inmediato”.
Debía asegurarse de que sus pantalones no se mancharon.
—Mírame. — El espectro no identificado le decía que lo
mirara con voz baja.
—“¡Santo Dios del cielo! ¡No permitas que me pase nada,
todavía necesito terminar mi historia o los fans vendrán a matarme como una
jauría de perros rabiosos!”. — Y prefería la jauría de lectores a morir en
manos de un fantasma. Lentamente se dio la vuelta, esperando encontrarse con el
ser más feo, diabólico y aterrador del mundo.
Cuál fue su sorpresa al girarse y encontrarse con una
persona. Una de carne y hueso.
De rostro varonil, atractivo, limpio. Un joven asiático con
hombros anchos y cuerpo muy bien trabajado en el gimnasio.
Sus ojos grabaron la magnífica escena como en cámara lenta.
Lo vio acercarse, incluso la forma en la que caminaba se le antojó sexy,
elegante.
—“Dos grandes sandías tan deliciosas”. — El chico no se
detuvo sino hasta que llegó a estar a unos centímetros delante de él,
permitiéndole disfrutar en primer plano de aquello que, después de su bonita
cara, le llamaría más la atención a un autor pervertido como él. Sus pectorales
eran justo del tipo que más apreciaba observar: suaves y firmes, lo justo como
para que tus dedos se hundan al apretarlos.
Jamás en su vida vio un cuerpo con tan perfectas
proporciones. Ancho, pero marcado justo en las mejores zonas, era suficiente
para hacer que su boca se llenara de agua y perdiera el sentido cual idiota. El
chico, además, se quedó de pie, permitiendo que mirara aquí y allá sin
inmutarse.
—“Debo estar soñando…”.— La revelación llegó a su mente
después de un rato sin lograr reaccionar. ¿Dónde más vería tan de cerca un
cuerpo que solo había visto en un par de fotos que buscó en internet para
inspirarse a escribir? Quizá en Instagram o en algún sitio prohibido, nunca se
creyó tan afortunado para verlo en la realidad. En su momento llegó a
consolarse pensando que simplemente eran montajes y retoques hechos con algún
software de edición. Aunque los amaba,
siempre pensaba que no podía ser real, por lo menos no para él, quien a penas
salía de su casa hacia el trabajo.
Estaba sin palabras, ¿no se había despertado solo hace un
segundo? Pocas veces había soñado con cosas que valieran la pena, pero sintió
que definitivamente esta era una visión que su mente nunca podría hacer.
—“¿Puede ser que escribir me haya desarrollado tanto la
imaginación?”. — Si eso era, con gusto iría a todas las reuniones y seguiría
trabajando duro. Lo haría todo por volver a ver las dos delicias que podía
contemplar a través de esa discreta, pero sexy ropa deportiva. Estando con él no
quedó ni rastro de la frustración ni del miedo, solo había espacio para la
extraordinaria belleza con cara de bebé que tenía en frente.
—¿No quieres verlas más de cerca?
—“Ohh, los treinta me sentaron mal”. — Ahora, además de
imaginar un chico mucho más joven en su habitación, fue capaz de hacer que dijera
algo tan sugerente mientras se subía sobre sus piernas y comenzaba a
desvestirse para él. —“Con el tiempo, en vez de madurar me estoy convirtiendo
en un viejo verde ansioso por el colágeno”.
Al bajar la cremallera de su ajustada sudadera, el chico fue
develando su piel lisa. El tono era ligeramente tostado, brillaba de manera
saludable. Ya pensó en su momento que se veían espléndidos, pero al ver sus
pectorales directamente sintió que se había quedado corto; solo de ver esos
pezones delicados y escondidos podría tener un orgasmo. No quería más que
acostarse sobre ellas para vivir a su lado por la eternidad.
—¿Hay algo mal?
Hasta ese pequeño gesto de preocupación le hizo pensar que
estaba bien morir ahora. Al diablo la historia que estaba escribiendo, solo
quería quedarse allí, adorando a ese ángel por la eternidad; estaba bien que
los fans encontraran su cuerpo y lo echaran a un abismo para vengarse.
—“Ay, cerebro. Cerebro, no debiste ¿Qué detalle tan perfecto
es este? Es un regalo tan bonito”.
—Claro que quiero verlas—, pronunció llevando su mano a uno
de los jugosos pectorales del chico.
—“¿Oh dios, mi voz se escuchaba tan bien? Podría ser un
actor de doblaje perfectamente”. — Ni siquiera sabía qué caso tenía eso en un
sueño, pensar que incluso esa nimiedad había sido pulida por su inconsciente.
Pero lo que más le importaba era la sensación cálida y suave debajo de sus
dedos, era totalmente real e increíble.
—¿No es esto muy vainilla para ti? — Miró sorprendido al
chico, ¿incluso podía hacer que dijera algo tan sugerente? Las habilidades
creativas de su cerebro eran tan buenas, ojalá pudiera plasmar todo esto en sus
historias.
Acarició delicadamente los pezones hundidos, aunque el chico
lo mirara con ojos ansiosos y se viera tan tentador, realmente quería tomarse
las cosas con calma, ¿cuándo más podría disfrutar de algo así? Un buen sueño no
duraría tanto, seguramente terminaría despertándose en la mejor parte. Cuando
estuviese a punto de meterla, tal vez. Quizá en algún otro punto crucial. Se despertaría
otra vez solo en su cuarto, con los calzoncillos mojados cual adolescente; de
nuevo con su vida deprimente y solitaria.
No contaba con que el apuesto muchacho semidesnudo no
estuviera para nada de acuerdo y usara sus maravillosos músculos para tumbarlo
de nuevo en la cama, aprisionándolo debajo de él.
—Esto no me gusta.
Oh, también ese gesto serio era tan bonito.
—Soy un patético hombre en sus treinta, sin pareja, que no
ha logrado nada importante en la vida. Iré a ver a mi editor cascarrabias en un
momento, luego, en el trabajo el jefe va a exprimirme y tendré que arrastrarme
a mi casa donde solo me esperan un montón de plantas sedientas. Ahora, bebé,
¿no puedes tener un poco de paciencia?
El muchacho lo miró con sus lindos ojos negros cargados de
confusión, parecía impactado. Después de ponerse la mano en la barbilla,
parecía meditar sus palabras en silencio.
—“Es tan adorable, puedo estar todo el día solo mirándolo”.
Tras algunos segundos en que esa mirada se debatiera entre
su boba sonrisa y sus pensamientos internos, finalmente el chico preguntó:
—Dowon, ¿seguro que estás bien?
Hubo unos segundos de vacío mental en el que no pudo
despegar la vista de los buenos pectorales que estaba viendo. Luego, frunció el
ceño y miró la cara preocupada del chico.
—¿Dowon? ¿Cómo que Dowon? — Hasta anoche el nombre que
figuraba en su carnet de identidad era William, Will para los colegas, Willy
para los amigos y Willito para su abuela.
Se miraron en silencio por algunos segundos en una dura
competencia sobre quién comprendía menos lo que decía el otro. Pronto su
concentración se disipó de nuevo y bajó la vista hacia los abdominales tersos,
la sonrisa estúpida volvió a aparecer en su rostro. Cuando le decían que
pensara en su lugar feliz no está muy seguro, lo que hacía era elegir algo
aleatorio; sin embargo, de ahora en adelante ese hermoso cuerpo sería su lugar
feliz.
—Déjame tocarte un poco más, bebé. — Acarició la piel
preciosa con sumo cuidado mientras sonreía y luego lo abrazó, la sensación de
su calor entre sus brazos fue tan satisfactoria que sentía que su corazón se
estaba derritiendo. —Una persona tan hermosa no debería hacer esa cara. No hay
nada mal, así que llámame como quieras y no pienses en eso.
—“De hecho, si conozco un Dowon…”—, pensó frotando su
mejilla con el torso del chico. Dowon o Coral Snake era su personaje favorito
de un manwha que amaba con todo su corazón, su otro personaje favorito era, por
supuesto, el novio de este; eran una pareja hecha en los cielos a sus ojos. —“Espera…”.
De repente, ató cabos en su mente, el viejo bombillo de sus
ideas titiló y se encendió. Sostuvo la respiración, reteniendo el tenue olor a
jabón que provenía del muchacho, se alejó y volvió a echar un buen vistazo a
ese apuesto rostro juvenil. Ojos oscuros, facciones asiáticas, cejas gruesas,
cabello corto que le sentaba de maravilla. Le costó mucho trabajo enumerarlo
todo sin declarar lo hermoso que era.
Elevó las cejas con auténtica sorpresa. Ese chico con un
gesto sobrecogido y ansioso…
— Snow Tiger…
La habitación se iluminó como si el sol entrara por la
puerta, centrándose detrás de esa hermosa e impactada persona.
Pronto el rostro del chico joven se llenó de miedo.
—¿Esto es en serio? — Su corazón se saltó un latido cuando
el muchacho tomó su rostro con ambas manos y se le acercó lo suficiente como
para besarlo. Pese a que sintió que era él quien debía decir eso, no pudo, se
había quedado sin palabras, estaba tan emocionado. Su viejo corazón de
cascarrabias estaba latiendo cual si fuere un tambor.
Si tan solo la expresión de Beom no fuera tan agraviada.
Will era débil a las cosas hermosas y esta vez no fue la excepción, sintió que
de inmediato debía preguntarle al bebé qué le dolía y hacer cualquier cosa para
que fuera feliz.
—¡Vamos al hospital! — Sin darle tiempo a nada, Beom se
apresuró a cerrarse el abrigo y reposicionar su chaqueta. Luego le trajo una
muda de ropa del closet del fondo y la puso junto a él. — ¡Vístete rápido!
Soltando el aire que retuvo debido al impacto, William asintió
y obedeció.
Juzgando por el repentino cambio
de sentido de la situación, algo muy grave estaba pasando. Aunque fuera un
sueño, le dolió el corazón al ver el rostro del chico lucir tan adolorido.
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